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sábado, 2 de junio de 2012

Mañana es el gran día ¡Llega la triatlón!

(JAVI) Los días van cayendo en el calendario y los nervios se van alojando en mi estómago. He intentado entrenar cinco días a las semana durante los últimos dos meses para perfeccionar técnicas y sobre todo, dominar la bicicleta que es mi gran tarea pendiente.

   De manera ocasional he hecho bicicleta de montaña con los amigos.  Pero para la triatlón le pedí prestada una bicicleta de carretera.  Tuve que hacerle algunas modificaciones porque las molestias en mi espalda, codos y rodillas, me hicieron entender la importancia de las tallas en la bici, altura del sillín, y distancia del manillar. El primer día que salí a entrenar me caí en un semáforo con la bici parada. ¡Así! ¡Sin más! ¡Al suelo! ¡Puff! Pero como estoy acostumbrado a caer (hablando de manera figurada) tengo práctica en levantarme.  Así que, frente al estupor de las personas que estaban en la parada de autobús presenciando mi absurdo accidente, levanté la bici, recogí lo que quedaba de mi dignidad, y busqué sin éxito el sentido del ridículo (inmediatamente recordé que de eso no tengo, así que continué el entreno).  En total he salido 8 veces para conectar con mi bici prestada, recorriendo unos 300 kilómetros.  ¿Qué me espera en la triatlón? ¡No tengo ni idea! Es una incógnita.  Prefiero no imaginármelo y dormir tranquilo.


   Por otro lado, desde que tengo uso de razón estoy en el agua. Empecé en los Campeonatos de Cataluña de Natación con 9 años. Sin salir del agua me inicié en el waterpolo al cumplir los 24 años; dejaba en remojo el estrés del trabajo y por qué no decirlo, ahogaba los kilos que había almacenado en mi barriga durante años.  El paso al mar fue natural; prácticamente sin darme cuenta me acostumbré a nadar travesías multitudinarias donde lo realmente importante no es tu resistencia, la técnica de la brazada, o la fuerza de tu patada… lo realmente importante es no ahogarte mientras los otros nadadores te propinan golpes y manotazos… lo realmente importante es entender que una superficie tan inmensamente grande como es el mar, se convierte en un carril de muy pocas dimensiones ya que todos los nadadores queremos hacer el camino más corto para llegar antes, y eso significa que para entrar al agua debes dejar en la orilla cualquier atisbo de consideración y estar dispuesto a dar manotazos, patadas, y pasar por encima de mucha gente.  Seguramente será esto lo me encuentre mañana en la playa de Mataró… quizás multiplicado por cien… o por mil…

   Como ya habéis visto en anteriores post, hace un año me inicié en el running.  La prueba más exigente que he afrontado ha sido la Maratón de Barcelona 2012.  Pude llegar a la meta –lo cual ya es un gran logro-, y con un tiempo de 3h 56’ –nada mal para mi nivel-, pero también recuerdo el sobre esfuerzo, mis piernas como piedras, y la respiración agitada 2 horas después de haberla terminado.  El tramo de correr en la triatlón no será -¡ni de lejos!- tan exigente, pero temo que las prisas, los nervios, y ver corredores adelantándome en el sector de la bici me hagan subir el ritmo, ocasionando que mis piernas fallen antes de llegar a la meta… o que mi fondo no sea tan fondo como pienso.

   Pero si he de ser honesto, todo esto son gajes del oficio.  Lo que me preocupa de verdad son las transiciones, pasar de un deporte a otro.  Cambiar de material específico (zapatillas, bañador, bicicleta, etc.) requiere de toda una logística y planificación, además de mucha orientación para encontrar las cosas en un box donde hay más de 900  triatletas entrando, saliendo, corriendo… Además, temo que esto me afecte mentalmente, ya que muy probablemente estaré pensando, calculando y planificando la transición siguiente, en vez de estar centrado en mi ritmo, técnica, capacidad.

   Solo espero que, entre una cosa y otra, tenga tiempo de disfrutarlo más que de sufrirlo.  Estos meses de entrenamiento ya han sido un adelanto: me lo he pasado muy bien, pero estoy llegando al final un poco agotado de mente.

   Sin embargo, estoy seguro que mañana, cuando esté en la salida, el corazón me latirá a mil por hora y tendré la respiración entrecortada; estaré rodeado de más de novecientas personas con sus corazones acelerados como el mío, pero consciente de que estoy solo… intentando escuchar mi propio latido… intentando relajar mi respiración.  Una vez más, me enfrento a mi mismo. 
(JAVI)

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