Running, en estos tiempos que corren

Carrera EntrePonts, Sant Joan Despí

  (JPG) Hoy he participado en la Carrera EntrePonts en Sant Joan Despí en la distancia de 5 km, y que para mi ha sido la Carrera EntreGeneraciones, porque tuve la suerte de correrla junto a mi padre que se "estrenaba" en esto de las carreras (más adelante explicaré el entrecomillado) y mi hijo (que ya tiene en su cochecito la muesca de un 10 mil).

   Ha sido una jornada muy especial y esperada con muchos nervios.  Mi padre corría por primera vez en una carrera a sus 67 años! Una edad maravillosa para replantearte la vida y empezar proyectos nuevos.  Lo cierto es que yo recuerdo a mi padre siempre corriendo... en su época se llamaba así: correr o más técnicamente, trotar (jajaja).  Con el tiempo llegó el footing y ahora el running... pero él, entonces, solo corría.  Vivíamos en Caracas (Venezuela) y por aquellos tiempos no sé la cantidad de adeptos que tendría este deporte en Europa, pero allí, ya te digo que yo, que corría mi padre y cuatro locos más.  Todo el mundo lo conocía, lo habrían visto alguna vez por ahí corriendo, hay un señor muy grande en chandal que lleva horas dando vueltas al campo de fútbol... -comentaban- yo sabía que hablaban de él.  Por supuesto ni pensar en organizar carreras e intervenir una ciudad para que unos desequilibrados echen a correr... impensable! Ni qué decir de ropa técnica, zapatillas pronador, o relojes con gps!!!! Era tan natural como levantarse por la mañana y correr un par de horas antes de ir a la oficina, sin mayores expectativas que la de disfrutar, sin marcas, tiempos, kilómetros...

Disfrutando del camino, porque "llegar" no lo es todo

   Con el tiempo y muy a su pesar dejó de correr: las responsabilidades, la falta de tiempo, las rodillas, el sobre peso, la edad... Pero hoy todo eso lo ha tirado al baúl de las "excusas baratas".  Hace un par de meses -y por expresa presión y machaque de mi madre- mi padre empezó a hacer régimen para perder unos kilitos de más; mi madre, que es mucha madre (como todas las madres) se convirtió además de en su "nutricionista", en su personal trainer y lo puso a caminar todas las mañana (incluidos domingos!).  Los kilos empezaron a desaparecer y las piernas empezaron a moverse cada vez más y más y más rápido hasta que finalmente, sin que nadie lo viera (así lo asegura él con una sonrisa inocente) echó a correr unos cuantos metros... y esa fue su perdición! Ya no pudo parar!!!

   ¡Y así, casi sin darnos cuenta, estábamos hoy esperando la salida de una carrera!  Era increíble ver cómo una persona de su edad que ha pasado tantas -tantísimas cosas- hoy en día sea capaz de ilusionarse y dejarse sorprender por experiencias tan cotidianas como una carrera.  Javi le tuvo que poner el chip en la zapatilla, mi hermano le ayudó con el dorsal, no paraba de preguntar cuándo iba a saber su tiempo real, si al final tendría un certificado-diploma o algo donde constara su participación... y un largo etc que se repetía en forma de bucle a causa de los nervios y la emoción.  Todo era nuevo para él!

Cruzando la meta antes de lo esperado

   Pero sin duda lo más emocionante fue cruzar la meta y ver como se fundía en un abrazo con mi madre; los dos con los ojos llorosos y las piernas temblando (ella por la emoción, y supongo que él por el esfuerzo, jijiji), orgullosos el uno del otro, no por el objetivo conseguido, si no por el esfuerzo, la constancia, el compromiso, el sacrificio, y el apoyo mutuo, porque el día de hoy es el resultado de un "trabajo" de dos, de compañerismo, de amor.

   He corrido carreras muy muy muy especiales, pero la de hoy estará siempre en el apartado de "nunca soñé con vivir algo así".  Correr junto a mi padre y a mi hijo de apenas un añito, es sembrar un futuro lleno de ilusiones, sorpresas y salud para mi familia.  No se puede desear más.

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En casa con los pequeños de la familia